Las rabietas son una
parte normal del desarrollo infantil. Son la forma que tienen l@s niñ@s pequeñ@s
de mostrar su malestar o su frustración, van desde los quejidos y los llantos hasta
los gritos, chillidos, patadas, golpes y aguantarse la respiración. Son igual
de frecuentes en los niños que en las niñas, y suelen ocurrir entre las edades
de 1 y 3 años.
Las rabietas pueden
ocurrir cuando l@s niñ@s están cansados, hambrientos o incómodos; o cuando no
pueden conseguir algo (por ejemplo, un objeto o la atención de sus padres…) que
desean.
Aprender a afrontar la frustración es una habilidad que l@s niñ@s
desarrollan con el paso del tiempo.
Son
frecuentes durante el segundo año de vida, un momento en que l@s niñ@s están
empezando a desarrollar sus habilidades lingüísticas. Puesto que l@s niñ@s
pequeñ@s aún no pueden expresar con palabras lo que quieren, sienten o
necesitan, es normal que una experiencia frustrante les provoque una rabieta.
Conforme van mejorando sus habilidades lingüísticas, sus rabietas tienden a
disminuir.
L@s niñ@s se dan
cuenta de sus muchas capacidades y esto les produce una sensación de poder y
control que les encanta, pero que les lleva a confundirse: cree que la manera
de reafirmar su personalidad es oponiéndose a todo lo que les dices. Por eso te
desobedecen, te contestan mal... ¡y se enrabietan!
Además, igual que
ocurre en la adolescencia, a ti ya no te ve como una mamá buena que les apoya
en todo, sino como una madre que les marca límites y les prohíbe hacer lo que
se les antoja.
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